CAPÍTULO I
EL MILENIO Y EL FIN DEL
PECADO
Sucesos
al comienzo del milenio
Durante el milenio, el periodo a que
se refiere el capítulo 20 de Apocalipsis, la influencia de Satanás sobre la
tierra será restringida, y Cristo reinará con sus santos (Apoc. 2: 1-4).
El
Segundo advenimiento
En
la ocasión de la Segunda Venida de Cristo-cuando los reinos de este mundo serán
destruidos-Dios establecerá su reino de gloria que durará para siempre. (Daniel
2:44). Es entonces cuando su pueblo comenzará su reino.
La
primera resurrección
En
la Segunda Venida, se lleva a cabo la primera resurrección. Los justos los “benditos
y santos”, son levantados (Apoc. 20:6).
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Los
justos van al cielo
Después
de la resurrección de los muertos justos, ellos y los santos vivos serán
arrebatados “para recibir al Señor en el aire” (1 Tes. 4:17). Cristo no
establecerá su reino de gloria en la tierra en esta ocasión. Lo hará al fin del
milenio.
Los enemigos de Cristo
son ejecutados
Después
de la bestia y el falso profeta serán destruidos, y los “demás” seguidores de
Satanás morirán y no habrán sobrevivientes (Apoc. 19:21)
La tierra queda
desolada
Por cuanto los justos ascienden para
estar con el Señor y los malos son destruidos en el momento de su venida, la
tierra queda deshabitada.
“Su sufrimiento será tan grande que
no se podrá establecer comparación alguna con el de ellos. Después que perezcan
todos los que engañó, el enemigo continuará viviendo para sufrir por mucho
tiempo más. Cuando terminó el juicio de los impíos muertos, al final del
milenio, Jesús salió de la ciudad seguido por los santos y una comitiva de
ángeles”.[2]
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Afligida
por las siete plagas que preceden a la segunda venida de Cristo y cubierta con
los cuerpos de los malvados, la tierra es una escena de terrible asolación.
“Los
ojos de hombres y mujeres y han anublado su facultad de percibir. Necesitamos
ahora mismo mantenernos en guardia en todo sentido. . . Los habitantes del
mundo, bajo la conducción de Satanás, se están uniendo en atados listos para
ser lanzados al fuego. No tenemos tiempo, ni siquiera un momento que perder.
Los juicios de Dios ya están sobre la tierra, y los obstinados, los que no se
quieren”
Cristo en el cielo con
los redimidos
En
su segunda venida Cristo lleva a sus seguidores al cielo, para que moren en los
lugares que él ha preparado para ellos en la Nueva Jerusalén.
“Los
ojos de hombres y mujeres y han anublado su facultad de percibir. Necesitamos
ahora mismo mantenernos en guardia en todo sentido. . . Los habitantes del mundo,
bajo la conducción de Satanás, se están uniendo en atados listos para ser
lanzados al fuego. No tenemos tiempo, ni siquiera un momento que perder. Los
juicios de Dios ya están sobre la tierra, y los obstinados, los que no se
quieren.
El juicio de los malos
En el juicio en
el cual los justos participan, confirmarán para su satisfacción eterna cuán
fervorosa y pacientemente Dios se preocupó de los pecadores perdidos.
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Tiempo de reflexión
para Satanás
Durante
el milenio, Satanás sufrirá en forma intensa. Confinado, con sus ángeles, a
este mundo desolado, no podrá llevar a cabo los engaños que constantemente
ocupaban su tiempo.
Al
fin de los mil años “los otros muertos”-los malvados- resucitarán, soltando a
Satanás de la inactividad que lo aprisionaba (Apoc. 20:5, 7).
Engañando
de nuevo a los malos, los dirige contra la Nueva Jerusalén.
Descienden Cristo, los
Santos y la Ciudad
Cristo
desciende a la tierra otra vez, con los santos y la Nueva Jerusalén, para
cumplir dos propósitos: Terminará la gran controversia al ejecutar las
decisiones del juicio del milenio y purificará y renovará la tierra.
La resurrección de la
condenación
Ahora
sucede la otra resurrección de la cuál Jesús habló, “la resurrección de
condenación” (Juan 5: 29; Apoc. 20: 5).
“De
la resurrección de los justos, sugiere que también habrá una resurrección de
los injustos (Juan 5: 29; Hech. 24: 15). 15. Oyendo esto. En cuanto a las
circunstancias de la resurrección bajo las cuales fueron pronunciadas las
palabras del vers. 15, ver com. vers. 1. Bienaventurado. Feliz o
"dichoso" (BJ, BC y NC). Ver com. Mat. 5: 3. El deber poco grato
presentado por Jesús”
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El ataque a la ciudad
En
su último engaño, Satanás procura inspirar a los malos con la esperanza de
capturar el reino de Dios por la fuerza (Apoc. 20: 3). El hecho confirma la
decisión que él ha hecho acerca de su destino.
El gran juicio del
trono blanco
Juan
indica que cuando los enemigos de Dios hayan rodeado la ciudad y estén listos
para atacarla, Dios establecerá su gran trono blanco. Dios implementa la última
frase de su juicio (Rom. 14: 10).
“Con
banderas, pero no ejecutarán entonces el juicio escrito. La ejecución del
juicio se producirá al fin de los mil años." Después que los santos hayan
sido transformados en inmortales y arrebatados con Jesús, después que hayan
recibido sus arpas, sus mantos y sus coronas, y hayan entrado en la ciudad, se
sentarán en juicio con Jesús. Serán abiertos el libro de la vida y el de la
muerte
Satanás y los pecadores
serán destruidos
Inmediatamente
después de ser sentenciados, Satanás, sus ángeles y sus seguidores humanos
recibirán su castigo. Tendrán que morir eternamente (Apoc. 20: 9, 15).
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La
“segunda muerte” (Apoc. 21: 8) que los malos sufren significa su destrucción total.
¿Qué del concepto de un infierno eterno? Un estudio cuidadoso muestra que la
Biblia nos enseña tal infierno o tormento.
El destino de los malos
Según las escrituras, Dios nos promete
vida eterna a los justos. La paga de pecado es muerte, no es vida eterna en el
infierno (Rom. 6:23).
Castigo eterno
Cuando
la Biblia habla de “redención eterna” (Heb. 9:12) y de “juicio eterno” (Heb.
6:2), se refiere a los resultados eternos de la redención y del juicio-no a un
proceso sin fin de redención y juicio.
El principio del
castigo
La
muerte es la pena final del pecado. Como resultado de sus pecados, todos los
que rechazan la salvación que Dios ofrece morirán eternamente. Aquellos que más
se han rebelado contra Dios sufrirán más que los que no lo han hecho.
La
purificación de la tierra
El
fuego que destruye a los malos purifica la tierra de esta contaminación del
pecado. De las ruinas de esta tierra Dios creará “un cielo nuevo y una tierra
nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron” (Apoc. 21:1).
CONCLUSIÓN
Concluimos
que el milenio es una promesa positiva para los fieles en la fe de Jesús y una
oportunidad desaprovechada para los infieles. Cómo adventistas del séptimo día
debemos tener en cuenta que el milenio será un suceso real, debiendo tomarla
también como doctrina fundamental.
Y
concerniente al tema del fin del pecado, decimos que ya no habrá más pecado en
el cielo, todo será una paz absoluta, sin mancha alguna, sin rencor, sin odios,
sin penas.
Que
Cristo nos cuide y reine en nuestros corazones para poder tal vez vivir tan
grande suceso.